SENTADO EN LA BANCA DEL PARQUE
Entrevista by Antonio Tomasio
19-07-2025
Os invitamos a leer la entrevista que nos ha realizado el escritor Antonio Tomasio. La podéis encontrar en la newsletter semanal que publica en LinkedIn "Sentado en la banca del parque"
Nos ha encantado sentarnos junto a él y compartir nuestra historia.
Gracias Alba Domènech per hacerlo posible!

No hay respaldo, pero tampoco hace falta: el horizonte se encarga de sostener la conversación. El sol cae oblicuo sobre las barcas, el vaivén del agua marca un ritmo suave, cuyo arrullo nos acompaña. Aida y Pilar, hija y madre, se sientan juntas ante el puerto de Vilanova i la Geltrú, en la Costa del Garraf, Barcelona, frente al Mediterráneo.
No es un lugar cualquiera. Aquí el mar no es solo paisaje: es memoria viva. Es trabajo, es origen. Es también una forma de crear con las manos lo que otros apenas imaginan.
Aida responde con voz propia, pero en sus palabras asoma la mirada de Pilar. Y en ambas, la presencia invisible del abuelo pescador de Cambrils, que sin saberlo dejó una estela que aún inspira.
Charlamos sin prisa, como se hace cuando la vida —y la marea— enseñan a esperar el momento justo. Como la brisa que nos acompaña, y que no logra llevarse las palabras vertidas: quedan, como las piezas que ellas crean, únicas y llenas de sentido.
¿Cómo nació Alú Alú Bags? ¿Podríais contarnos la historia detrás de esa unión madre-hija y vuestro vínculo con el mar?
Aida: Yo tenía un vínculo muy especial con mi Yaya Trini, ella fue la que me enseñó a coser, tejer y a amar el mundo de lo hecho a mano. Sus últimos meses los pasó en nuestra casa y mi madre le trajo sus cosas más preciadas para que se sintiera como en su propia casa: sus telas, sus lanas y, por supuesto, su mecedora. A mi abuela le encantaban los bolsos, así que, cuando se fue, quise rendirle un homenaje y decidí crear una marca con su nombre: Inirt Atelier (Inirt era Trini al revés) y el logo era su mecedora. Pero pasado un tiempo sentí la necesidad de soltar esa etapa de duelo y dejarla ir, ponerme yo al frente, como a ella le hubiera gustado, así que jugué con las letras de mi apellido Rigual, y de esas últimas letras, ual, surgió Alú y, como somos dos a bordo de este barco, mi madre y yo, pues nació Alú Alú.
Mi madre me ha apoyado siempre, desde el día que decidí emprender. Ella sabe coser a mano de manera excelente, así que tengo a la mejor costurera del mundo a mi lado. Entre las dos lo hacemos todo, absolutamente todo, y formamos un gran equipo.
Pilar: Yo vengo de una familia de pescadores, mi padre era pescador y mi madre remendaba las redes de pesca de su barco. Y Aida ha estudiado la carrera universitaria de Ciencias y Tecnologías del Mar. El mar forma parte de nuestra vida en todos los sentidos. Trabajar con mi hija ha sido lo más enriquecedor que me ha pasado. Verla desarrollarse en un mundo empresarial en el que ha tenido que tomar decisiones la ha hecho crecer demasiado rápido.
¿Qué papel juega el entorno marítimo y quizá la Costa Brava (¿Mediterráneo?) en el diseño y carácter de vuestras piezas?
Aida: He pasado toda mi infancia en el puerto, cada día bajaba con mis abuelos, subía a los barcos, tocaba los peces e imaginaba un mundo submarino lleno de color y fantasía. Por eso estudié la carrera de Ciencias del Mar. El mar es mi fuente de inspiración, hay una especie llamada nudibranquios que me fascina, son pequeñas criaturas con formas especiales y colores muy vibrantes. Cuando lo ves, no puedes dejar de mirarlo porque capta toda tu atención. Y eso es justo lo que quería conseguir con nuestros diseños.
En vuestro Instagram mencionáis la recuperación de redes de pesca. ¿Cómo surgió esa idea y qué retos habéis afrontado para trabajar con materiales tan poco convencionales?
Aida: He crecido rodeada de redes de pesca, mi abuela tenía siempre mil ideas para hacer cosas útiles con ellas, de hecho, en nuestra casa todas las cortinas son de redes de pesca. En casa de mis abuelos había muchas redes, así que las recuperamos y empezamos a usarlas para hacer nuestros bolsos, bajo el lema «del mar a la pasarela». Además, algunos pescadores también nos dieron las redes ya descartadas, las que ya no utilizaban para pescar.
Pilar: Coser una red de pesca no es tarea fácil. Además, al ser recuperada, hay que lavarla muy bien y retirar a mano, de manera minuciosa, cualquier resto incrustado. Y remendar las roturas que pueda tener. Luego hay que fijarla al tejido cosiéndola a mano, malla por malla, porque una red cosida a máquina se soltaría rápidamente entre las costuras. Así que son muchas horas dedicadas a un trabajo completamente artesanal.
¿Qué otras innovaciones o tejidos haute couture os apasionan experimentar, y por qué?
Aida: Hemos innovado utilizando un material técnico como el neopreno 3D entre las diferentes capas de tejidos que utilizamos, consiguiendo así aportar estructura desde el interior y manteniendo la ligereza y movimiento del diseño. Eso nos permite trabajar con tejidos atípicos para un bolso —para un bolso funcional, claro—, que es lo que queríamos conseguir: crear un bolso haute couture totalmente funcional, con tejidos de fantasía.
¿Cómo se reparte el trabajo en clave madre-hija dentro del proceso: diseño, prototipado, producción manual?
Aida: Yo soy la parte creativa del tándem. Me encanta el diseño, idear un prototipo, escoger tejidos y, aunque también coso, mi madre cose mucho mejor que yo. La costura a mano, que es nuestro sello distintivo, es su fuerte. ¡Además, es mi relaciones públicas!
¿Cuáles han sido los mayores aprendizajes o dificultades que habéis superado desde el inicio?
Aida: Me hice autónoma con 19 años, cargada de sueños e ilusiones. Y poco a poco fui descubriendo la dura realidad. Desconocía totalmente ese mundo, la presión económica y fiscal. Ni trabajando me daba para pagar los impuestos. Además, empecé haciendo markets, pop ups, algunos fueron un fracaso. Fue muy duro para mí mostrar mi trabajo y ver la reacción, a veces cruel, de personas que no valoran la artesanía ni se imaginan el gran esfuerzo que representa emprender con diseños propios hechos a mano. No puedes ser competitiva. Es imposible competir con un gigante del fast fashion. Fue muy duro. Mis padres me apoyaban en todo, económicamente también, venían conmigo a todas partes, sufrían conmigo montando stands, intentando vender, y siempre me motivaban a perseverar. Yo compaginaba los estudios en la universidad con la empresa y hubo veces que quise tirar la toalla, pero ahí estaba mi madre, diciéndome que lo conseguiríamos, que algo que había nacido desde el amor a mi abuela tenía que salir bien. Solo había que perseverar.
Vuestra apuesta por materiales recuperados y la producción artesanal parece alinear diseño con responsabilidad. ¿Cómo comunicáis este valor a vuestra comunidad y clientela?
Pilar: Siempre hemos contado con total detalle lo que hacemos y cómo lo hacemos. Nuestra historia, nuestros orígenes, nuestros valores. No utilizamos piel ni cuero animal. Producimos a pequeña escala, de forma lenta, artesanal, para ofrecer piezas exclusivas. Somos una marca que apuesta por la responsabilidad social. No hace falta ser una marca grande, las marcas pequeñas también podemos hacerlo, con pequeños gestos. En la forma de comprar, de producir, en el tipo de materiales, en el packaging, intentando ser lo más sostenibles posible. Además, cada año colaboramos con entidades que se dedican a la investigación de diversas enfermedades. Ser una marca solidaria también forma parte de nuestra responsabilidad. No es necesario aportar una gran suma económica —porque en nuestro caso no sería posible—, pero sí se puede colaborar donando diseños para una subasta benéfica. Y eso sí lo hacemos. Desde que empezamos.
¿Cuál ha sido vuestra colección más querida hasta ahora? ¿Por qué?
Aida: Sin duda la colección de redes de pesca. Por su componente emocional, la unión con nuestro legado, nuestra esencia, nuestro origen, no olvidar nunca de dónde venimos. Cuando veo un bolso de redes de pesca sobre una pasarela, con una modelo vestida súper glamourosa, en realidad veo mi infancia en el puerto con mis abuelos. Y eso es algo muy bonito. Además, las redes de pesca fantasma, abandonadas en el mar, provocan un gran daño oceánico, a las especies que quedan peligrosamente atrapadas en ellas y al ecosistema marino, ya que tardan muchos años en degradarse. Por eso es importante aportar nuestro pequeño granito de arena.
¿Qué planes tenéis para Alú Alú: nuevas líneas, colaboraciones, otros materiales recuperados?
Aida: Siempre tenemos mil ideas en mente, pero vamos paso a paso. Crecer poco a poco forma parte de nuestra esencia y no queremos perderla. Estoy trabajando una idea con un material reciclado, pero no puedo contar más, mi madre es muy supersticiosa y no me deja contar nada mientras se está gestando.
Pilar: Es cierto, mi abuelo era un pescador muy supersticioso, un viejo lobo de mar que salía a pescar sin tecnología ni recursos y tenía que interpretar las señales y guiarse por su intuición. Y esa parte tan suya la incorporé sin darme apenas cuenta. Pero está ahí y aflora a menudo. Ese vínculo con mi abuelo paterno es como el vínculo de Aida con su abuela. Son legados que llevamos incorporados.
Si pudierais ampliar la marca a otro producto o soporte distinto de los bolsos, ¿qué os gustaría explorar?
Aida: Hemos ampliado diseñando brazaletes con los tejidos de los bolsos y también hemos explorado algo nuevo: unos brazaletes tejidos con hilo. Ahí también he tirado de mi legado: tejer nudo a nudo, igual que mi abuela remendaba las redes de pesca, nudo a nudo. La verdad es que tejer me conecta a ella de una forma muy especial.
¿Cómo vivís vosotras, internamente, el liderazgo creativo y operativo de este proyecto?
Aida: Mi madre y yo tenemos una gran conexión y muy buena relación, pero es cierto que al principio nos costó gestionar el rol madre-hija familiar al madre-hija profesional, ya que tuvimos que invertir ese rol de «autoridad». Yo tenía 19 años y fue un gran aprendizaje para las dos.
Pilar: No siempre hemos estado de acuerdo y ahí es donde ese rol se invertía, ya que Aida siempre ha tenido mucha personalidad y las ideas muy claras desde pequeña, y a mí me costaba dejarla decidir a ella cuando yo no estaba de acuerdo. Por suerte, este proyecto nos ha hecho crecer a ambas desde el amor que nos tenemos, y nos ha hecho respetarnos a pesar de las diferencias. Somos dos generaciones distintas y hemos tenido que unir tradición y vanguardia y mantenerlas en equilibrio.
¿Qué las motiva cada mañana a seguir tejiendo sueños con redes de pesca?
Aida: Demostrarme a mí misma que sí se puede. Que los sueños se cumplen. Pilar: A mí me motiva nuestro legado. Así de simple y así de complejo a la vez.
